Cuando ponemos los ojos en Dios, lo terrenal y mundano más lo que pueda hacernos el hombre queda sin valor. La fe no es un “sentimiento” de que todo resultará para bien. Es una convicción de algo que no se ve y que brota de lo que Dios mismo ha dicho, una confianza en sus promesas. “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”.
Foto- Peace Man
Texto- Rubén Pelegrina
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